¿Transformaciones
sociales en Chile y América Latina?
Debate
central
En
los últimos años, América Latina ha evidenciado algunos importantes cambios en
los procesos políticos de los países de la región, configurándose una relativa
oposición entre gobiernos con espíritu de cambio -o neo-populistas para
algunos- y otros que han mantenido y profundizado las reformas estructurales de
sus economías. A grandes rasgos, respecto a los primeros, las principales
consecuencias dicen relación con reformas estructurales, ya sea
constitucionales o económicas, bajo la forma de reformas y mayor gasto público.
Por el contrario, la liberalización de las fronteras económicas y la
privatización de empresas estatales, propias de una primera etapa de
introducción de reformas neoliberales en América Latina, ha sido acompañada en
algunos países como Chile, Perú o México por acuerdos y estrategias comerciales
bilaterales -como los Tratados de Libre Comercio- que vienen a profundizar lo
antes realizado.
Con
todo, y a nivel de la coyuntura política, se han observado ciertos signos de
agotamiento de las alternativas más progresistas de la región. La muerte de
Chávez en Venezuela ha cristalizado en una tensa situación de enfrentamiento
tanto entre las fuerzas oficialistas y de oposición, como al interior del
chavismo que busca legitimar a su sucesor. En Ecuador y Bolivia, se han
producido retrocesos electorales y disputas con las propias comunidades que
constituyen su principal base de apoyo. En Argentina, el distributivismo
estatal kirchnerista ha visto mermada su capacidad de acción, dados los problemas
inflacionarios que han ido crecientemente al alza.
Por
su parte, el caso chileno y brasileño muestran la contracara de esta
ralentización en los cambios sociales y políticos de la región. La
conflictividad social parece ser un elemento que llegó para quedarse, donde al
igual que en otras partes del globo el cuestionamiento pasa por el desempeño de
las democracias institucionales más que por los valores que la sustentan.
En
Chile este devenir adquiere un matiz no menor, que dice relación con la
emergencia de nuevos liderazgos políticos emanados de movimientos ciudadanos
que han logrado dotarse de un espacio en las instituciones representativas.
Estos nuevos rostros -generalmente jóvenes- conviven con una coalición
gobernante que se ha rearticulado bajo la excusa de que asumirá posiciones más
radicales que las sostenidas previamente, generándose importantes expectativas
en la ciudadanía, pero también muchas dudas sobre la viabilidad y el carácter
de las reformas estructurales que proponen, ya sea en materia educacional,
constitucional o tributaria.
Así
y todo, y aunque en su proceso político Chile y América Latina parecen
experimentar importantes convulsiones sociales, éste no es el único aspecto de
la realidad social que puede discutirse en relación a los cambios y
continuidades. En efecto, la acción y estructura social, las formas culturales
y los procesos económicos son dimensiones que se mueven en un tiempo más largo
que el de la coyuntura política.
Tras
el giro neoliberal de los años noventa en las naciones latinoamericanas, con
modificaciones en el carácter social del Estado, en la constitución de nuevos
movimientos sociales y, por ende, en la configuración de nuevas formas de
conflictividad social, se visualizan las continuidades de un cambio iniciado
hace más de tres décadas, pero que hoy en día se vuelve especialmente inestable
según la opinión de algunos analistas. En este sentido, se vuelven ilustrativos
casos como los del movimiento estudiantil del 2011 en Chile, pero también llama
la atención la fuerza adquirida por los movimientos sociales identitarios o
medioambientales, que se suman al conflicto laboral resignificado a causa de la
desestructuración del mundo del trabajo.
Por
su parte, las ideas y prácticas culturales también han tendido a modificarse,
adquiriendo fortaleza nuevas problemáticas antes invisibilizadas, obteniéndose
relativos avances tanto en términos organizativos como en relación a los
cambios culturales que interesa introducir en las sociedades latinoamericanas.
Así, por ejemplo, en relación a la inclusión de la mujer, aún cuando el
discurso público y académico ha evidenciado desde hace tiempo la necesidad de
avanzar en estos temas, en la práctica se mantienen rasgos importantes de
discriminación femenina. De todos modos, esto ha sido acompañado por relativos
avances como los movimientos de género, que más allá de las conocidas
reivindicaciones, apuestan por un cambio en las conductas y comportamientos
hacia los oprimidos. Así, entonces, se asoma la persistente duda de si son estos
gérmenes para cambios más profundos que puedan llevarse a cabo en las
sociedades latinoamericanas.
Por
todo ello, queda la interrogante abierta: ¿Se puede hablar de transformaciones
sociales en Chile y América Latina?, ¿Estamos en medio de procesos de cambio
del escenario político actual? ¿Se modifican las estructuras y relaciones
sociales? o, más bien, ¿La histórica novedad
de lo mismo en Chile y América Latina se viste con nuevos ropajes? Frente a
estas preguntas se hace necesaria la permanente reflexión desde las ciencias
sociales, en la que se ponga de manifiesto no sólo el análisis de los casos
nacionales, sino que también la relación existente entre los diferentes países
del continente quienes, por razones históricas y contemporáneas, tienen mucho
en común pero también muchas especificidades.
Líneas
temáticas
1.
Lo público y lo privado.
Junto
con los sucesos que evidencian procesos de transformación y conflictividad
social dentro de los países de América Latina aparecen discusiones en torno a
elementos que, si bien hasta el momento habían sido inadvertidos, constituyen
un nudo problemático central en las problemáticas actuales. Estas discusiones
decantan en una búsqueda por elucidar lo que significa el espacio público y el
privado, y las consecuencias que ésto acarrea.
2.
Lo social y lo político: ¿apatía, indiferencia, participación o crítica?
El
auge de los movimientos sociales parece estar dando cuenta de una profunda
crítica a las instituciones democráticas. Sin embargo, su respuesta es
precisamente reivindicar a la propia democracia como régimen de gobierno. Ello,
también, coexiste con diferentes signos de apatía y desafección, que dan cuenta
de un desinterés presente en importantes grupos, los que no participan por las
vías tradicionales, pero tampoco adhieren a quienes se organizan para
cuestionar lo establecido.
3.
Reformas institucionales.
El
avance de sectores reformistas en América Latina ha puesto en tela de juicio a
la institucionalidad, tanto política como económica. Esto pone en tensión al
modelo de desarrollo imperante en la región, dando paso a nuevas constituciones
políticas. Si a ello se suman las reformas económicas, se plantean importantes
desafíos sociales en materias de ciudadanía y estratificación social.
4.
Género.
Las
temáticas de género están marcadas por una constante discriminación y opresión
que se materializa en prácticas tales como la exclusión. En ese sentido,
resulta relevante la escasa cantidad de mujeres que acceden a altos cargos en
la dirección pública y en el sector privado. Esto ¿afecta sus identidades?,
¿cómo incide en la construcción de la feminidad y la masculinidad?
5.
Pensamiento social latinoamericano.
Las
discusiones clásicas del pensamiento latinoamericano, tales como las relativas
a la dependencia, la modernidad y los procesos de modernización, la capacidad
de transformación de ciertos sujetos colectivos, así como las particularidades
de su desarrollo económico, social, político y cultural pueden erigirse como
relevantes para el contexto actual. Por ejemplo, en la región conviven Estados
altamente integrados al mercado mundial -como el brasileño-, en contraste con
importantes sectores que aún dependen únicamente de sus exportaciones
primarias. Por ello, se hace necesario volver retomar una interrogante que ha
cruzado la historia del pensamiento referida a la región: ¿es posible rescatar
a América Latina como unidad de análisis? ¿Puede predominar la idea de
totalidad en el análisis frente a las parcialidades de los casos nacionales? Si
la respuesta es afirmativa, entonces ¿cómo es posible investigar desde una
perspectiva latinoamericana, más allá de los particularismos de la región?
6.
Mercado del trabajo, conflictividad laboral y organización sindical.
La
flexibilización laboral, la tercerización y la precarización de la fuerza de
trabajo han planteado serios desafíos a la organización sindical. Con diferente
profundidad, en los países latinoamericanos esto ha derivado en una
desarticulación de las formas tradicionales de conflictividad en el mundo del
trabajo, lo cual ha redundado en la adopción de nuevas modalidades de
organización sindical y laboral. Asimismo, las consecuencias de estos cambios
han propiciado una serie de problemáticas sociales relativas a la incertidumbre
del trabajador globalizado, las cuales también han afectado a las herramientas
y categorías con que tradicionalmente se ha abordado esta área, trayéndose a
colación, por ejemplo, la inasibilidad de los nuevos tipos de relación laboral.
Así, las interrogantes que surgen en esta materia son amplias, novedosas y
especialmente acuciantes en el escenario laboral actual.
7.
Estructura, estratificación y movilidad social
Los
cambios en la estructura social de los países latinoamericanos ha traído el
debate acerca del supuesto crecimiento que tendrían los sectores medios,
fundamentalmente asociado a las ocupaciones vinculadas a la tercerización del
empleo en el sector privado. Esto ha puesto en tensión a la teoría social,
retomando un antiguo debate sobre la existencia de estratos o de clases
sociales, así una importante discusión sobre la real o ficticia predominancia
de los sectore mesocráticos que, al menos durante el siglo XX, fueron los
encargado de equilibrar el proceso político así como de entregarle identidad
cultural a las sociedad latinoamericanas.
Asimismo,
se revitaliza la clásica pregunta acerca de la apertura de las sociedades
modernas ¿son fluidas las sociedades latinoamericanas? ¿qué impide la movilidad
social en el largo plazo y que la favorece? ¿cuánto de la desigualdad de la
región es explicado por este fenómeno?
8.
Metodología.
Las
ciencias sociales tienen un constante desafío para desarrollar investigaciones
empíricas. En ese ámbito, el desarrollo de metodologías válidas y fiables es un
elemento necesario para poder aproximarse a la realidad social. Por ese motivo,
se vuelve pertinente un incentivo constante a la producción de nuevas
herramientas y enfoques metodológicos que permitan escudriñar de mejor manera
en la complejidad que proponen las sociedades contemporáneas en general, y las
latinoamericanas en particular.
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