martes, 26 de junio de 2012

Debate Central - Convocatoria 2012


MALESTAR Y CONFLICTO SOCIAL
Convocatoria 2012

DEBATE CENTRAL

Antes del 2011, Chile era considerado ejemplo de estabilidad democrática en América Latina. Su “modelo” de transición democrática era considerado caso insigne en la región debido a que aseguraba dos de las principales garantías de toda democracia saludable: bienestar y orden. En efecto, numerosos datos que parecen avalar la salud democrática chilena saltan a la vista: un rígido sistema político de representación, acelerada disminución de la pobreza, cifras de crecimiento económico respetables, elecciones periódicas, activas relaciones internacionales, el ingreso al selecto grupo de la OCDE, y la lista continúa.

Sin embargo, lo que anticipó el 98’ con la detención de Pinochet en Londres, lo que los estudiantes secundarios recordaron el 2006, y lo que el 2011 parece haber dejado sobre la palestra son las fisuras de estas garantías. En efecto, las distintas razones que motivaron a que las personas salieran de sus casas a marchar por la educación pública, a parar en Calama y Aysén para demostrar la inequidad distributiva con la regiones, a apoyar o repudiar la huelga de hambre mapuche, y a llorar las muertes de Camiroaga y Zamudio, parecen reunirse indistintamente bajo la noción de malestar ¿A dónde se fue el bienestar que políticos y economistas prometen y exponen lacónicamente? ¿Qué transforma a las cifras y datos del bienestar en la sensación de malestar? ¿Qué nos molesta precisamente y desde cuándo? En contra de la simplificación, hablar hoy sobre malestar es hablar sobre un descontento, tanto a nivel individual como colectivo, tanto personal como social. Reconocer estar-mal es clave en la comprensión de las posibles amenazas y oportunidades en juego. En este sentido -más allá de sus manifestaciones, diagnósticos y proyecciones -el mal-estar corresponde a un modo particular del estar. Este estar concreto, poseedor de cierta condición de actividad, de intervalo y de potencial desplazamiento, cuestiona a su contra-cara: el ser, por tanto, a  la condición de inmutabilidad, naturalización y reificación, que ha caracterizado al Chile reciente. Ese desplazamiento de la  posición del ser a la del estar trae consigo la posibilidad que la sociedad se construya a sí misma, más que se considere como cerrada e inmutable. 

 Junto al cuestionamiento del bienestar, los acontecimientos del Chile reciente han puesto en entredicho el orden, en la medida en que se tornan evidentes las tensiones –individuales, colectivas y estructurales –que sustentan la “democracia de los acuerdos”. La “transición del consenso”, como podría llamarse al período posdictatorial chileno, posee como rasgo constitutivo el acallamiento y/o la negación del conflicto social en todos sus ámbitos. Sin embargo, a pesar que cada conflicto tiene sus propias temporalidades, todos ellos –desde las tensiones fronterizas con Perú y Bolivia, hasta los coletazos de la Reconstrucción tras el 27F –parecen ser consecuencias de un “modelo de transición” que no transita hacia ninguna parte sino que “es” y sobrevive sin mayores modificaciones.

En este escenario, ¿cuál es el papel que deben jugar las Ciencias Sociales y las Humanidades? ¿Conocer, comprender, proponer, criticar? Al igual que el malestar, el conflicto llama, convoca, provoca y concita, sentando las bases de la sociedad, de los sujetos y de la historia. De aquí que la posibilidad de reformular y cambiar pasa necesariamente por cuestionar las tensiones en sus niveles macro y micro, en tanto que al posicionarse en este escenario, se puede no tan sólo ampliar la mirada, sino que también, y por sobre todo, participar del proceso de hacer sociedad.

Los artículos se recibirán hasta el 28 de julio de 2012, en el correo: nemesis@uchile.cl

No hay comentarios: